28 de julio de 2010

Exportar y reciclar las 10 toneladas de pilas acopiadas por la Ciudad es más económico que enterrarlas en el país

Greenpeace impulsa el principio que responsabiliza legal y financieramente a los fabricantes e importadores una vez finalizada la vida útil de pilas y baterías.


BUENOS AIRES, Argentina Greenpeace denunció hoy que las 10 toneladas de pilas y baterías recolectadas por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires son de marcas reconocidas y que exportarlas para su correcto tratamiento y reciclado en Europa o Canadá, como estas empresas hacen en otros países, es más económico que enterrarlas en el país en rellenos de seguridad.

Según datos del Gobierno de la Ciudad, la empresa Befesa S.A. (compañía especializada en la gestión integral de residuos peligrosos) presentó un presupuesto en el cual consigna que el costo para el tratamiento de las 10 toneladas de pilas y baterías mediante la disposición final en rellenos de seguridad rondaría los 72.600 pesos. Mientras tanto, y de acuerdo a un presupuesto solicitado por Greenpeace a la empresa Silkers SA,el costo de exportar esas mismas 10 toneladas de residuos de pilas para ser recicladas y lograr recuperar materiales valiosos y evitar el impacto ambiental de su disposición en rellenos, alcanza los 64.935 pesos.

La organización ambientalista exige que las empresas importadoras se hagan cargo legal y financieramente de las pilas y baterías que recolectó el Gobierno de la Ciudad; esto significa que se hagan responsables de la exportación para su posterior reciclado, ya que, en consonancia con la legislación internacional, son las empresas productoras, importadoras o comercializadoras las responsables por la gestión de los residuos de sus propios productos.

“Con un simple vistazo a las toneladas de pilas y baterías acopiadas por la Ciudad se pueden reconocer muchas de las marcas conocidas, Eveready, Duracell, Rayovak, Kodak, Energizer, entre otras. Todas estas compañías hoy se desentienden del destino de los residuos de los productos que colocan en el mercado”, señaló Yanina Rullo, integrante de la campaña de contra la Contaminación de Greenpeace.

Greenpeace resaltó que existen normas en diferentes países del mundo que obligan a las empresas a hacerse cargo del costo de la recolección y tratamiento de esta clase de residuos, como es el caso de la legislación de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y en el caso de América Latina, la reciente Resolución 1297 del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial de Colombia que establece la Responsabilidad Extendida del Productor para la gestión de este tipo de residuos.

En otros países, como los que integran la Unión Europea, Canadá o Colombia, estas mismas compañías se hacen cargo de la correcta gestión de sus residuos; sin embargo en Argentina esta responsabilidad está ausente”, señaló María Eugenia Testa, directora Política de Greenpeace.

“La disposición en rellenos de seguridad es el método más difundido en Argentina para los residuos peligrosos, pero al igual que otras técnicas como la vitrificación o la cementización, no sólo son peligrosos sino que además se trata de métodos de aislamiento en celdas de materiales tóxicos que no pierden su condición y se convierten en pasivo ambiental”, declaró Rullo y agregó: “Lo más grave es que, más allá de la disposición en los rellenos de seguridad, en nuestro país enterramos la mayor cantidad de estos residuos a rellenos sanitarios comunes o basurales, lo que genera impactos mayores en el ambiente y la salud de las personas”.

Según el Centro Coordinador del Convenio de Basilea para América Latina y el Caribe, en los países de la región, como Argentina, se consumen 10 pilas por habitante por año, lo que significa más de 400 millones de pilas consumidas anualmente (1). Sólo cruzando esta cifra con el precio promedio de las pilas comunes más usadas -AAA y AA (2)-, considerando un valor promedio de 3 pesos por unidad (3), el volumen de ingresos del sector que comercializa pilas y baterías llega a superar ampliamente los mil doscientos millones de pesos al año ($1.200.000.000). “Si se tiene en cuenta que las empresas obtienen grandes ganancias por colocar en el mercado productos tóxicos y difíciles de reciclar, resulta increíble que hoy se nieguen a hacerse cargo de los residuos de pilas y baterías”, sentenció Rullo.

El reciclado resulta hoy el método de tratamiento más adecuado: tanto las pilas primarias (no recargables o desechables) y secundarias (recargables) o baterías pueden ser recicladas y los materiales que las componen recuperados. La asociación de compañías que producen y comercializan pilas y baterías en Europa -European Portable Battery Association (EPBA)- considera al reciclado como el único método de tratamiento apto para este tipo de residuos frente a cualquier otro tipo de alternativa.

Greenpeace impulsa que el principio que establece la Responsabilidad Extendida del Productor alcance el estatus de ley nacional de gestión de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos para que la población a través de sus impuestos, y los gobiernos locales dejen de ser los responsables de administrar la contaminación de los dispositivos eléctricos y electrónicos. Asimismo, reclama que las empresas no obstaculicen el tratamiento de la ley de residuos electrónicos que se encuentra en el Senado de la Nación, que determina la responsabilidad legal y financiera de las empresas de aparatos eléctricos y electrónicos -incluidas pilas y baterías- sobre los residuos de los productos que colocan en el mercado.

“Las pilas y baterías, junto con el resto de los aparatos eléctricos y electrónicos, se encuentran hoy en una zona gris con respecto a la legislación vigente en materia de residuos. Por un lado corresponden a los residuos domiciliarios porque surgen del flujo habitual de los residuos domésticos, pero por el otro cumplen con los criterios de residuos peligrosos, por sus componentes”, señaló Testa. “Es necesario que, para este tipo de residuos, se establezca el principio de Responsabilidad Extendida del Productor, que amplía la responsabilidad legal y financiera de los fabricantes e importadores una vez finalizada la vida útil de estos artefactos”, concluyó.

Notas:

(1) Guía para la Gestión Integral de Residuos Peligrosos. Fichas Técnicas Tomo II. Centro Coordinador del Convenio de Basilea para América Latina y el Caribe. Montevideo, Uruguay.

(2) El dato incluido surge del “Estudio para la Identificación y Análisis de Pilas y Baterías”, realizado por el Instituto de Ingeniería Sanitaria de la Universidad de Buenos Aires, en virtud del Programa de Recolección de Pilas y Baterías desarrollado por la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que arrojó que el 69% de las pilas recolectadas pertenecían al tipo AAA y AA.

(3) El precio de las pilas primarias y botón oscila entre 1.50 y 12 pesos según el tipo y marca.


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